|    El Cuento:   La noche en verano   |

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11-06-2021
La primavera llega a su fin, y con esto el calor comienza. Días largos, noches estrelladas. El verano es la estación favorita de la Noche puesto que cuando ella sale, se da cuenta que todos la acompañan, se siente admirada, amada. Desde el inicio de todos los tiempos, la Noche, siempre de la mano de la Luna y un sin fin de estrellas, ha sido testigo de miles de momentos, felices, tristes, y en ocasiones, un poco de ambos. Pero la Noche sabía que en verano ella era la protagonista principal de la vida de muchos recuerdos alegres, aquellos que suceden junto al mar brillante, enterrados en la arena tibia; siempre son sus favoritos.

En el verano de 2019, uno de los más calurosos por los que ha pasado la isla favorita de la Noche: Mariam. Como es costumbre, miles de turistas la visitan, hacen fiestas junto al mar, con fogatas y risas; la preocupación no está invitada.

La Noche observó una pareja en particular la cual bailaba y tonteaba al compás de la música. Ella había visto miles de parejas como esta y siempre se preguntaba: “¿será que tendrán el mismo fin que tienen las demás que han pisado esta playa?”

Terminadas las vacaciones los turistas regresan a sus vidas aburridas y ocupadas. La Noche no comprendía por qué tenían que vivir de manera tan miserable, por qué no simplemente podían dejar todo atrás y seguir disfrutando del mar, de buena compañía, de noches memorables. También, la mayoría de las parejas terminaban su relación una vez concluido su viaje a la isla.

La Noche, aún interesada por la singular pareja, decidió observarlos por el resto de su estadía en Mariam. Desde que tiene memoria, la Noche, nunca había conocido pareja como esa. teniendo en cuenta que ha visto muchas, miles, millones de parejas. Esta no se comparaba. Le entusiasmaba que llegase la hora del Sol, esconderse para poder presenciar qué vendría después.

La Noche, con un poco de remordimiento por invadir su intimidad, echaba un pequeño vistazo a través del balcón de su habitación, ellos tumbados sobre la cama, dejando que la luz de la Luna ilumine sus rostros, no hablaban, no hacían ni un solo ruido. “¿No es incómodo?” Él con su cabeza reposando sobre las piernas de Ella, tenía los ojos cerrados, su respiración era lenta y profunda. Ella acariciaba todas las líneas marcadas por la silueta de su rostro; su frente, su nariz, sus párpados, sus labios, su barbilla, y regresaba al inicio. Los ojos de Ella reflejaban ternura y amor.

“¿Es posible? ¿Él se dará cuenta realmente de lo que Ella intenta mostrarle?”, eran algunas de las preguntas que se formulaban en la conciencia de la Noche. “Seguramente le romperá el corazón, siempre pasa”. A pesar de esa afirmación, la Noche decidió continuar con su acecho.

Cuando la Noche pensaba que estaban durmiendo, entre risas los miraba correr hacia el mar y adentrarse en él. Se abrazaban con tanta intensidad, unían sus labios de tal forma que pareciera que intentaban ser uno solo. Era agradable para la Noche verlos, no quería que se marcharan.

En la última noche del pequeño viaje de la pareja decidieron sentarse en la arena para ver el atardecer y encontrarse poco a poco con la noche. La Noche no esperaba encontrarlos esperándola. Era raro porque mucha gente lo hacía, pero de ellos no lo esperaba, siempre tan sumidos en el amor que irradiaban. “Pues claro que querrían verme, si soy lo mejor que pasa en las 24 horas, no sé por qué me sorprende”, pensó. Al juzgar por las miradas melancólicas de ambos, la Noche presintió que era tiempo para ellos de regresar a casa. “Siempre puedo verlos en su hogar, pero es mucho más agradable verlos en Mariam, realmente espero que regresen”. La Noche decidió acompañarlos y esperaba que el Sol se tomara un descanso y no se abriera paso al día, ella podía encargarse, pero sabía eso era imposible.

A la noche siguiente, impaciente la Noche esperaba encontrar, obviamente, juntos a aquella pareja tan enamorada, pero no tardó en darse cuenta que ellos vivían en países diferentes. Qué desilusión.

–No sé qué esperaba de esta pareja, por supuesto que algo así tenía que ser, no pueden ser felices juntos por el resto de su vida.

–Qué pesimista eres–, le dijo la Luna.

–Pensé que con ellos sería diferente, no había visto algo igual en toda mi existencia, ¿es que no lo entiendes?–, le contestó.

–¿Por qué das por sentado que vivirán separados siempre? No sabes las circunstancias que los puedan llevar a unirlos nuevamente, pero…”– la Luna hizo una pequeña pausa –tampoco esperes mucho de los humanos, son seres impredecibles–, terminó la oración muy sabia.

Para la sorpresa de la Noche, ellos hablaban a través de sus pantallas, reían y recordaban lo maravilloso que fue el tiempo que compartieron en aquella cálida isla. ¿A caso no son infelices por no estar juntos?

Deneb, una pequeña estrella llevaba a tiempo observándolos así que decidió dejarle saber a la Noche un poco sobre ellos. Tenían poco más de cinco años conociéndose. Habían coincidido en el café de un pequeño pueblo al que los dos visitaron al mismo tiempo por casualidad.

“¿Por qué no me habías hablado de ellos?”, la Noche estaba algo molesta. Deneb no pensaba que tuvieran tanta relevancia. “¿Crees que estén juntos por siempre?”, Deneb no lo negó pero tampoco lo afirmó.

–Nunca se sabe qué es lo que pueda pasar, creo que lo sabes perfectamente–, comentó la joven estrella, –pero el vínculo que tienen es muy fuerte–.

La Noche nunca estuvo tan fascinada con los humanos. La naturaleza y los paisajes que ofrecía su planeta eran más que suficientes.

La pareja, planeaba su siguiente verano, querían regresar a Mariam. La Noche estaba muy contenta, invitó a todas las estrellas a prepararse para cuando se encontraran nuevamente en aquella isla romántica, brillaran lo más hermoso que pudieran, como nunca.

–Todo tiene que ser perfecto para ellos. Me entristece verlos tomar caminos diferentes. Es un pequeño detalle que quiero regalarles–, dijo la Noche.

A principios de 2020, la Noche se percató que algo ocurría con las personas en el oriente de la Tierra. No pensó que fuese tan importante, y que se resolvería como siempre. “Los humanos tan dramáticos”.

Una vez comenzada la primavera, las cosas en la Tierra se salieron de control. Estaba sucediendo nuevamente, una pandemia. “Creí que eso había terminado hace un siglo”, la Noche estaba angustiada por su pareja. Los miraba lamentarse hacia ella. Si ya era muy difícil para ellos encontrarse viviendo de un extremo del mundo al otro, esto empeoraba todo.

Desde que se impidió salir a las calles o viajar, la Noche se dio cuenta que ahora tenía el deber de no sólo acompañar a su pareja especial, si no a todos en ese planeta tan complejo.

–¿No crees que la Noche alarga mucho sus horas?–, preguntó Deneb a la Luna.

–Piensa que los humanos pasarán la mayor parte del tiempo dormidos y así podrán preocuparse menos–, contestó con tono desaprobatorio la Luna.

Los humanos hacían lo contrario, pasaban los días durmiendo, y por las noches le hacían

compañía. “Depresión, le llaman” le contó la Luna a la Noche cuando se percató que casi todos salían en busca de ella, con una profunda tristeza en su rostro.

El verano llegó cuando la Noche menos lo esperaba. Siempre había estado centrada en dar lo mejor de ella para los humanos en durante semejante crisis. Recordó a su pareja: “¿qué será de ellos?”

Ellos dudaban en volver a encontrarse. No tenía sentido que las cosas siguieran.

–Pero se necesitan, ¿acaso están locos? No puedo creer que lo hagan–, la Noche estaba furiosa. –Creí que tenían un vínculo muy fuerte–, imitando de manera burlona a Deneb.

–Impredecibles–, le recordó la Luna.

La Noche sabía que debía existir alguna manera de arreglar las cosas.

–¿Cómo planeas interferir?– la Luna comenzaba a irritarse.

La Noche, en uno de sus turnos, cuando ellos hablaban al aire libre desde sus balcones, pidió a las estrellas brillar como era el plan inicial al reunirse la pareja en Mariam, dudosas obedecieron.

–En nuestra primer noche en aquella isla, el cielo estaba igual que en estos momentos–, dijo Ella admirando el brillo de cada estrella.

–¿Realmente vamos a dejar atrás todo por lo que hemos pasado juntos, como si no importara?–, contestó Él fijando su mirada en la Luna. –Esta pandemia hace todo más difícil, pero no veo por qué tengamos que tirar todo a la basura, estoy seguro que todo se resolverá, podemos intentarlo por un poco más–.

¿Pasarían más días? ¿Meses? ¿Años? Ella no estaba segura de poder soportar.

–¿No me amas?, preguntó Él.

Ella sorprendida por semejante pregunta lo miró a través de su pantalla, –¡Pues claro que lo hago!–.

La Noche escuchaba atenta. ¿Lo estaba logrando? No estaba segura ¿Existía la posibilidad que el próximo verano regresaran a Mariam? Poco probable. Que continuaran juntos era todo lo que deseaba.

–Tal vez encuentren la cura el día de mañana, o en seis meses, no lo sabemos, pero podemos esperarlo juntos. Vivimos en diferentes partes del mundo, hemos vivido de esta manera durante seis años. Claro que podemos–, Él lo quería con todo su corazón.

–¿Y si no funciona?–, preguntó Ella.

–Funcionará.

“¡Dramático!”, cantó la Luna. La Noche seguía expectante, sentía felicidad, lo había logrado. Con eso decidió regresar a su labor y continuar siendo el refugio de muchos.

Las noches pasaron. En la Tierra, los humanos tenían avances. Tenían la esperanza de que todo se solucionara. La pareja de la Noche, sobrellevaba la situación.

2021 empieza. Las cosas regresan a la normalidad. Poco a poco, no del todo. Al haber permanecido en sus hogares, la pareja nunca adquirió la ‘enfermedad’. Se encontraban bien. La isla Mariam había abierto sus puertas nuevamente a los turistas, todo de manera muy restringida. La pareja sabía que era su oportunidad de verse nuevamente. Hicieron los arreglos necesarios y reservaron su alojamiento favorito. Habían sido dos años lejos el uno del otro, los más largos de su corta vida. Decidieron que al término de su estadía regresarían juntos y así permanecerían, no había duda.

Al llegar el turno de la Noche en aquella ocasión, Deneb estaba muy emocionada. la Noche no lo sabía aún.

–¿Se puede saber por qué brillas tanto hoy?– le preguntó curiosa.

–Tal vez deberías centrar tu atención a Mariam–, le contestó Deneb señalando.

¿Será posible? La pareja se encontraba entrelazada en aquella misma habitación en la que los conoció la Noche.

–Claro que era posible–, dijo la Noche sonriendo.

FIN

Por: Diana Paulina Olivas Huerta