Al terminar la carrera de Arquitectura decidí entrar inmediatamente a realizar un MBA y mi trabajo final de investigación lo elegí por mi inquietud de saber si para los arquitectos que yo conocía había sido tan difícil desarrollar su profesión como para mí. Me di cuenta que no, pero también que mi tema había sido equivocado, mi tema de investigación debió haber sido acerca de los obstáculos para las mujeres arquitectas en el desarrollo de su profesión, tal vez ahí hubiera encontrado respuestas para la frustración que sentía respecto al desarrollo de mi carrera.
Me encontré con el machismo hasta que
terminé la universidad y quise entrar al mundo de la Arquitectura en proyecto y
construcción. De esas cosas como cuando los albañiles te medio ignoran o te
dicen que se esperarán para hacer lo que les indicaste hasta que llegue “el
arqui”; el acoso de parte de los superiores; o esa forma en la que se reparten
los negocios en un bar en donde las mujeres no tenemos participación ni
conocimiento; o que te contraten sólo por ser mujer porque tu no abrirías tu
propia empresa, porque eres más leal o miedosa que un hombre, entonces habría
menos rotación de personal, porque te conformas con un puesto seguro.
En mi casa, mis padres siempre me
trataron igual que a mis hermanos en cuanto a capacidades e importancia; jamás
me sentí con ninguna debilidad al lado de un hombre, siempre supe que podía ser
la mejor entre los mejores, incluso debo decir que cuando era niña jamás sentí
a un hombre como competencia, en realidad me parecían inferiores en capacidades
y desarrollo, y sí, las mujeres despertamos más temprano en muchos aspectos de
la vida. Pero llega un momento en el que los “reglamentos” de la sociedad te
alcanzan con sus “deberes”, como: “debemos” lucir bonitas, “debemos” hacer
dieta para mantenernos delgadas, “debemos” casarnos con un buen hombre antes de
cumplir treinta, “debemos” tener una cantidad adecuada de hijos, “debemos” ser
amables y femeninas, “debemos” usar tacones y ropa ajustada para vernos
presentables, y con tantos “debemos”, me pregunto ¿A qué hora podemos ser unas
excelentes profesionistas? Y de verdad me pregunto ¿Cuándo nos han importado
todos esos “deberes” de parte de un hombre?, Estamos demasiado controladas por
las obligaciones para cumplir con las expectativas de ser una “buena mujer”.
Yo soy una buena arquitecta y también soy
mujer, y aunque para las arquitectas el camino sea más tardado y complicado,
cualquiera, cuando se nos da la oportunidad, puede apreciar nuestra
extraordinaria forma de ver las cosas, la funcionalidad que podemos proponer a
las obras, ese ojo que tenemos para resolver proyectos, la facilidad para
solucionar los problemas del día a día en el trabajo; he logrado ser apreciada como
una buena arquitecta y mis propuestas siempre son escuchadas con atención y agrado.
Pero este lugar me ha costado bastantes situaciones incómodas y difíciles de
sobrellevar solo por el hecho de ser mujer.
Definitivamente las mujeres somos buenas
arquitectas, buenas abogadas, buenas ingenieras, buenas amas de casa, buenas administradoras,
somos buenas en todo simplemente porque somos seres humanos con capacidades extraordinarias,
capacidades que siempre pueden perfeccionarse día con día. Solo espero que llegue
el momento en el que ya no sea un tema a tratar, cuando mencionar “igualdad de
género” sea algo absurdo porque será algo del pasado y ya todos tendremos igualdad
de oportunidades e igualdad de respeto.
*Docente de la carrea de Arquitectura de
Universidad Xochicalco, Campus Ensenada.