|    Artículo:   Meditación – atención plena – Samatha - Shiné   |

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25-11-2017
La producción de pensamientos acerca del pasado o el futuro es contradictoria con la calma y el sosiego mental aunque el cuerpo y la comunicación permanezcan inactivos. Si una práctica o ejercicio cualquiera no conduce a la paz interior, entonces no es meditación.

Los seres humanos estamos afligidos por el sufrimiento, la ansiedad, la insatisfacción y numerosos temores y no lo podemos evitar. La función o el propósito de la meditación es poder eliminar todo esto.

Tendemos a pensar que la felicidad y el sufrimiento provienen de circunstancias externas. Estamos preocupados siempre en reorganizar el mundo de una u otra manera, intentamos liberarnos de un poquito de sufrimiento por aquí y acumular un poquito de felicidad por allá, sin obtener nunca el resultado deseado.

Desde el punto de vista de la meditación, la felicidad y el FIS (Frustración, Insatisfacción, Sufrimiento) no dependen de las circunstancias externas, sino de la mente misma. Una actitud mental positiva engendra felicidad; una actitud mental negativa produce FIS.

¿Cómo podemos entender este error de percepción que nos hace buscar afuera aquello que sólo podemos encontrar adentro? Una persona con el rostro limpio que se mira en el espejo no puede sino ver un rostro limpio reflejado ahí. Por otra parte, una persona con el rostro sucio solo puede ver reflejada una cara sucia en ese espejo. El reflejo del espejo no tiene existencia real, desde su propio lado, solo existe el rostro reflejado. Pero olvidamos la cara y tomamos su reflejo como real y verdadero.

La naturaleza positiva o negativa de la mente se refleja en las apariencias externas que nos rodean, las que a su vez nos reflejan nuestra propia imagen. Esta manifestación externa es un eco de la calidad de nuestro mundo interior. La felicidad que anhelamos nunca vendrá de reestructurar el mundo que nos rodea, sino de reformar el mundo interior.

El sufrimiento indeseado cesará solo si dejamos de entintar nuestra mente con negatividad. Mientras no reconozcamos que tanto la felicidad como el sufrimiento tienen su fuente en nuestra propia mente y no sepamos como distinguir entre aquello que es nocivo y aquello que es útil a nuestra mente, seguiremos sin establecer un estado de felicidad genuina, e incapaces de evitar la continua reaparición del FIS. Por ello nos decepcionaremos siempre.

Si descubrimos que en el reflejo del espejo nuestra cara está sucia y tratamos de limpiar el espejo, podremos tallarlo durante años sin resultados.

Ni la más pequeña partícula de mugre desaparecerá del reflejo. Como nuestros esfuerzos no están dirigidos al objeto correcto, serán vanos. Este es uno de los principios fundamentales de la meditación: la comprensión de que la felicidad y el sufrimiento no dependen del mundo externo sino de nuestra propia mente. Sin entender esto, nunca miraremos hacia adentro y continuaremos enfocando inútilmente nuestra energía y esperanzas en búsquedas externas. Pero al entenderlo, podremos lavarnos la cara, y entonces
el reflejo aparecerá limpio en el espejo.

Condiciones útiles para la meditación

La meditación concierne a la mente. No obstante, una meditación efectiva requiere la presencia de algunas condiciones:

Primero: habiendo entendido que la felicidad y el sufrimiento dependen esencialmente de nuestra mente, debemos generar una aspiración intensa para meditar y sentir gozo ante
este prospecto.

Segundo: es necesaria la guía de un instructor para indicarnos como meditar. Si decidiéramos aventurarnos por una región desconocida y sin cartografiar y no contamos con la ayuda de un guía, podríamos no arribar nunca a nuestro destino. Dejado al azar podríamos perdernos o tomar desviaciones. De manera similar, sin un maestro para guiar nuestra meditación solamente nos perderíamos en las encrucijadas.

Tercero: el lugar para meditar es importante, en particular para los principiantes. Las circunstancias en las que actualmente vivimos ejercen una influencia limitante sobre nosotros incitando una gran profusión de pensamientos discursivos paralizando así nuestros intentos para meditar. Es por eso que es necesario retirarse a un lugar razonablemente libre de distracciones y actividades mundanas. Una animal salvaje de la montaña no puede resistir la agitación de la ciudad; de la misma suerte nuestra mente no puede desarrollarse en condiciones a donde reinan distracciones continuas y tentaciones externas.

Como meditar

Una vez en un lugar aislado, podemos: 1) liberar al cuerpo de su actividad externa, 2) liberar la mente de los pensamientos sobre el pasado y el futuro, y 3) liberar a nuestra palabra de la conversación profana.

Nuestro cuerpo, palabra y mente pueden ahora reposar en un estado de relajación natural. Al igual que un jinete se siente a gusto cuando lleva bien las riendas de su montura, la mente se relajará cuando el cuerpo y la comunicación se encuentren bajo control.

Existen algunas nociones falsas sobre la meditación. Para algunos, la meditación es revisión y análisis de eventos cotidianos o de tiempos pasados. Para otros, la meditación significa ponderar el futuro o planificar y proyectar escenarios de vida a corto o largo plazo. Ambos enfoques son erróneos.

La producción de pensamientos acerca del pasado o el futuro es contradictoria con la calma y el sosiego mental aunque el cuerpo y la comunicación permanezcan inactivos. Si una práctica o ejercicio cualquiera no conduce a la paz interior, entonces no es meditación.

Aquellos que no persiguen el pasado ni el futuro pueden llegar a un estado de vaguedad que induce una gran fatiga. Sin embargo, carece de toda lucidez y esto puede incitar el sopor y el letargo que son contrarrestados con un flujo incontrolable de pensamientos.

La verdadera meditación evita ambos extremos erróneos. La mente ni se preocupa con el pasado ni pondera el futuro, sino que se encuentra en el presente en un estado de calma y lucidez.

Nuestra mente puede compararse con el océano. Durante la noche solo lo percibimos como una masa oscura e indefinida. Pero de día podemos ver con claridad hasta el más ínfimo detalle.

Ulteriormente, deberíamos ser tan claramente conscientes de nuestra situación interior como lo somos del mar durante un día soleado. Si a la mente se le permite relajarse, lo mismo que al oleaje, la agitación cesa, y la mente se aquieta. Esta es la quietud interior, o punto mental de quietud, o en tibetano, Shiné.

Además, es siempre importante aproximarse a la meditación con una mente espaciosa y abierta, sin fijaciones ni expectativas sobre si resultará buena o con temores de que podrá resultar mala. Si la meditación es buena o mala, eso no importa. Lo único importante es, simplemente, meditar.

En una travesía larga uno viaja a veces en caminos buenos, a veces en caminos malos. Si nos detenemos constantemente a deleitarnos con el encanto de las partes agradables de la travesía, o si las partes difíciles de los caminos malos nos incitan a abandonar la travesía, entonces no llegaremos nunca a nuestro destino. Sin importar si los caminos son buenos o malos, nosotros debemos perseverar sin preocuparnos por las dificultades ni aferrarnos a los momentos placenteros.

Es por esto que los principiantes deberán limitarse a sesiones cortas de 5,10 o hasta 15 minutos. Y aún si la meditación va marchando de maravilla, suspenderla. Y luego, si nos queda más tiempo, tener una segunda sesión después de una pausa. Es mejor proceder a realizar varias sesiones cortas que embarcarse en una muy larga.

Por: Oc. Ignacio Beamonte