|    El Cuento:   De días y de siglos (Tercera parte)   |

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17-08-2017
Han sido muchas las vicisitudes que hemos enfrentado y sigo apoyando a mis cachanillas, que es como llamo a aquellos que viven y han nacido sobre mi suelo…

El 27 de enero los campesinos invaden en distintas partes del valle las tierras en posesión de extranjeros, ¡por fin estaría en manos de quienes no ejercerían en mí un derecho de explotación sino un derecho de amor!

... Llegaron a un desierto, como dijo años después don Ramón Zumaya: No había más que cachanía, mezquites y unos terrales horrorosos. Como no se encontraba nada plantado, se levantaban unas polvaredas increíbles. Casas, no se veían por ninguna parte; cada quien, como iba llegando, escogía su mezquite y bajo sus brazos se levantaban las carpas o se improvisaban las enramadas”. La irrigación era un hecho y me preparaba al encuentro de mi nueva vida, de pronto sentí miedo, el temor a una nueva soledad me invadía y hube de producir un sortilegio, un encantamiento para aquel que llegara a estas latitudes sin el propósito definido de quedarse, que al ingerir agua del Río Colorado se estableciera aquí de una manera permanente y definitiva. Surtió efecto, ya que al paso de los años, quienes quisieron reincorporarse a sus lugares de origen regresaron al tiempo empujados por designios -para ellos- inexplicables. Al paso de los años comprendí que no había sido el sortilegio del agua lo que los detuvo, sino una embelesada correspondencia de amor…

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            - Mi niña empujada por el temor guio sus pasos a casa de una amiga, a esa hora su papá estaría durmiendo y eso las obligaría a callar, no habría necesidad de hablar ni de explicar nada: ¡era maravilloso!, si en otras ocasiones habían pasado horas jugando con las barbies y comunicándose en diálogos de silencio, ¿por qué ahora habría de ser diferente? La vi alegrarse y me entusiasmé con su cambio. Ahora habría que recordarle que quizás necesitara las chinchetas -que generalmente requería-  y que tomaba de los mapas de la Secretaría, que marcaban Dios sólo sabe qué cosas, para usarlas como aretes en las muñecas. No supe cómo comunicarme, nunca he sabido hacerlo, es un diálogo que me está vedado, aunque de nada habría servido. En casa no había nadie.

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            ... La comunicación permitida la aprendí con el paso de los años, en los diálogos sostenidos con aquellas personas que he recibido en mi seno, a través de ellos me enteré de las muchas luchas campesinas para obtener un pedazo de tierra, un pedazo para vivir, un pedazo para sembrar; me enteré de la oposición e intransigencia de don Guillermo Andrade y socios extranjeros que los hostilizaban, de cómo la Colorado River Land Co. empeoró las condiciones para los mexicanos que intentaron colonizar el valle, de cómo entregó contratos de aparcería a corto plazo, especialmente a japoneses, hindúes y chinos; que trabajaban las tierras utilizando asiáticos introducidos ilegalmente al país; me enteré de sus deseos, de sus anhelos y de su lucha para sobrevivir; comentamos, años después, los sufrimientos vividos durante las inundaciones de 1905 causadas por negligencia y empujadas por la codicia al pretender obtener mayores volúmenes de agua sin las obras de seguridad indispensable. En las inundaciones, el poblado que apenas había nacido y había sido bautizado de una derivación del anagrama  MEXI-co  CALI-fornia casi desaparece, pues solo quedó en pie el edificio de la Aduana. Fui partícipe de la lucha posterior para hacer florecer la ciudad, mi ciudad. A mi seno han llegado las personas en tiempos diversos y las recibo en silencio, brindándoles paz y tranquilidad y deseosa de escuchar sus experiencias, de aprender de sus vidas, ya que forman parte de mi historia, una historia escrita con esfuerzo, escrita con sus desconocidos nombres: como el de la Sra. Ma. Del Refugio Macías, el del Sr. Abelardo Soto Griego, la niña Karla Patricia Macías Beltrán, el Cap. Ciro Manuel Martínez Sepúlveda, la Sra. Delfina Delgado de Rodríguez, la Sra. Antonia Vázquez Martínez y muchos más, por medio de los cuales aprendí el secreto del amor: que nos es esperándolo como se recibe sino que es dándolo como se consigue. Y con ello he florecido en toda mi magnitud, no tan solo por el agua recibida y el esfuerzo habido, sino por el amor compartido...

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            -Adelina se esforzó por llegar rápidamente a las oficinas centrales, ahí encontraría a su padre, había visto soldados de ejército y un mayor temor la invadía, pero, ¿qué decirle a él? Al entrar al patio central se quedó quieta, siempre le sucedía. La calma que sentía en ese espacio la complacía, el sonido del agua al caer en la fuente y el aletear de los cientos de palomas era parte de un encanto que la satisfacía. Yo ahí no contaba mucho, el contacto de sus pies con mi piel era lo único que nos unía. Me agradaba ver su rostro inquieto sin preguntas en su mirada. No cuestionaba, ella volaba junto con esas palomas y se arrullaba en su sonido. Del ensueño fue sacada al sentir el roce de una pluma de ave sobre su mejilla...

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            ... La lucha ha sido sostenida, con el paso de más de noventa años he contemplado el esfuerzo en el desarrollo de la ciudad y del valle, al monopolio ejercido por la Colorado River Land Co. se le pone fin en 1937. El 27 de enero los campesinos invaden en distintas partes del valle las tierras en posesión de extranjeros, ¡por fin estaría en manos de quienes no ejercerían en mí un derecho de explotación sino un derecho de amor! Corresponde a la comunidad Michoacán de Ocampo iniciar el movimiento que cada año se recuerda como el Asalto a las Tierras. Veinticinco años después se tuvo que luchar por mi supervivencia. En un plan de recuperación para fines agrícolas del valle Wellton-Mohawk, del estado de Arizona del país vecino... se iniciaron los bombeos de agua del subsuelo de gran contenido salino, las que arrojadas al cauce del río Gila, tributario del Río Colorado, contaminaban las aguas de riego que llegaban a mí. Se formó el Comité de Defensa del Valle Mexicali que reclamaba contra la agresión sufrida y manifestaba inconformidades en forma sostenida. Mis campesinos demostraron su arraigo y su pasión por mí, yo sonreía, a pesar del dolor sufrido por la pérdida de ochenta mil hectáreas de tierra de cultivo -inutilizadas por el salitre-, ya que observaba que mi espera no había sido en vano. Los siglos de soledad quedaban en el pasado, los días de compañía estaban presentes, me sentía reconfortada, querida. Ellos colmaban mis anhelos, me trabajaban con sus manos, me sentía poseída. Han sido muchas las vicisitudes que hemos enfrentado y sigo apoyando a mis cachanillas, que es como llamo a aquellos que viven y han nacido sobre mi suelo, porque he aprendido la razón de la vida y descubierto así mi más grande vocación: !el amar!...

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- La niña se sintió descubierta al ver a un soldado entrar al patio, espantada corrió alborotando a las palomas que buscaron su acomodo sobre las tejas del edificio y ella buscó el suyo entre las piernas de su padre que le había salido al encuentro. Asustada le contó lo sucedido y él soltó una carcajada que provocó el vuelo de las palomas cercanas... << enfurecida lo miré entrecerrando los ojos, separándome de sus piernas, ¿qué acaso no entendía?, ¿por qué se burlaba de mí?>>. -Ven, vamos a aclarar esto -le dijo-, y tomándola de la mano quiso sacarla del edificio. Adelina aterrada se aferra al suelo como si tuviera raíces, su padre la abraza y trata de calmarla, la sostiene fuertemente y son inútiles los  esfuerzos de su hija por deshacerse de sus brazos, la lleva a la entrada de la Secretaría donde quedan pocos campesinos, ya no hay voces que pidan una solución al problema de la salinidad. La acerca a un montículo de paja y colgado a la rama de un árbol le muestra al Sr. Muñoz. -Míralo -le dice- obsérvalo bien, no tengas miedo, y la lleva al encuentro de un muñeco de paja, un muñeco hecho con un producto de mi vientre fértil.

Bibliografía:

Compendio Histórico-Biográfico de Mexicali 1539-1966. Celso Aguirre Bernal.

Por: M. Arq. Héctor Ramón Fregoso Vázquez