|    Artículo:   De visita a las raíces de la arquitectura moderna   |

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22-06-2018
Siete de la mañana en París, Francia. Con un aromático café inicia uno de los viajes más esperados de mi vida. Curiosamente, para la mayoría de los turistas de esta maravillosa ciudad, visitar la obra de arte de la arquitectura internacional que me trajo hasta aquí, no figura entre sus itinerarios. Me dispongo a visitar la Villa Savoye, el proyecto-canon de la arquitectura moderna del suizo Charles-Édouard Jeanneret-Gris —mejor conocido como ‘Le Corbusier’—, ubicado en el pueblo de Poissy, a las afueras de París.

El viaje inicia desde la estación subterránea de la Defensa, un nodo conformado por las líneas del metro parisino y las líneas de trenes urbanos, debajo del conglomerado de edificaciones modernas del distrito financiero y de negocios de París. En esta área sobresale el Gran Arco de la Defensa del arquitecto danés Otto von Spreckelsen, imponente cubo hueco de 35 pisos de alto, alineado con el Arco del Triunfo y el Arco del Carrusel, a través de los Campos Elíseos.

Un tranquilo recorrido en el tren urbano que atraviesa el Río Sena, y apenas 45 minutos después es posible apreciar cómo el paisaje urbano de París se transforma en campiña rural. Al final del camino aguarda una pequeña estación en el centro del pueblo de Poissy, de donde lo más recomendable es tomar un taxi hacia la Villa Savoye, pues a pesar de que la distancia es corta —tan sólo dos kilómetros—, lo pronunciado de la ruta dificulta su tránsito a pie.

El taxi nos ha dejado en la entrada de este icónico sitio, donde un pequeño letrero informa que estamos ante un monumento patrimonio arquitectónico de Francia. Construida en el año de 1929 para Pierre Savoye como casa de campo, ‘Le Corbusier’ contó con la libertad total en su diseño, lo que resultó en una conjunción de elementos que posteriormente se conocerían como los cinco puntos de la arquitectura moderna: edificio que descansa sobre pilotes (columnas) en planta baja; cubierta plana, sobre la cual se sitúa un jardín; espacio interior libre; fachada libre de elementos estructurales; y ventanas corridas en las fachadas para conseguir una profusa iluminación.

El aire matinal aún huele a rocío fresco. Después de recorrer el amplio jardín sobre un sendero de gravilla terracota, te recibe desde su fachada frontal — quizá la menos reproducida— este hermoso edificio blanco. No sé si sean las innumerables fotografías o trabajos que primero conocí como estudiante, y ahora como docente en Teoría e historia de la arquitectura, pero me invade un sentimiento de contemplación y admiración, al estar ante un edificio de más de 80 años que representa un ‘antes y después’ en la arquitectura internacional.

Un grupo pequeño de turistas camina entre jardines y plantas; inmediatamente puede verse que la mayoría son arquitectos; españoles, argentinos, daneses, estadounidenses y una pareja de australianos, todos equipados con cámaras fotográficas y caballetes para bosquejos y pintura.

El tiempo pasa muy rápido al fotografiar y admirar los detalles, las esquinas, subir y bajar por la famosísima rampa, subir al techo y terrazas, además de visitar los interiores e imaginar la revolución que causó este trabajo muy de acuerdo con la época de Picasso, Modigliani, Man Ray, Matisse, o Miró.

De regreso, el trayecto hacia la estación de trenes es cuesta abajo, situación que lo vuelve perfecto para descender a pie, y así admirar el bello pueblo de Poissy, sus casas y construcciones, desde la iglesia de Collegiale Notre-Dame, templo de estilo románico del siglo XI; hasta la plaza central en donde es imperdible comer un delicioso pastel francés en una de sus tradicionales panaderías.

Este viaje de arquitectura moderna no estaría completo sin visitar el nuevo edificio de diseño internacional, ubicado en el Bosque de Boulogne, el Museo de la Fundación Louis Vuitton, diseñado por Frank Gehry, inaugurado en 2014.

Una vez de regreso en casa, el recuerdo me hace reflexionar: no cabe duda que para potenciar la creatividad del arquitecto es fundamental realizar viajes que le ilustren sobre los diferentes tipos de arquitectura, sus fundamentos teóricos; y que le permitan analizar de cerca los recursos visuales, técnicos y artísticos, con que los genios de esta disciplina han plasmado su visión particular del oficio.

Por: Mtro. Rogelio Pulido Oviedo