|    Artículo:   Ser apasionado   |

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13-01-2018
Muchos libros, textos, columnas, seminarios, blogs, etc., nos hablan de ser profesional y el compromiso que esto lleva consigo. La mayoría del material se enfoca en los valores que se siguen al asumirse como tal y buscar el éxito personal al hacerlo. Todo eso está muy bien y qué bueno que se pretenda ser la excelencia al desarrollar un trabajo para el que nos preparamos la mitad de nuestras vidas.

Los pasos a seguir van desde la instrucción académica, pasando por las actualizaciones necesarias, los compromisos con los colegios, asociaciones, sociedades, etc., hasta tocar el punto de cómo debes verte. Todos son factores muy importantes en el camino, si se tiene una meta establecida de hasta dónde se quiere llegar y cuál es el enfoque que se pretende, al ejercer cualquiera de las actividades profesionales.

La profesión implica el compromiso del individuo hacia la sociedad y los resultados que de ello se provoquen hablarán del tan anhelado prestigio. El compromiso también va con las escuelas y otras instituciones que fueron utilizadas para lograr realizar un trabajo lo más asertivo posible y dar solución a conflictos que en algunas ocasiones parecen perdidos o poco probables de salvar. Los esfuerzos para lograr comprometerse requieren de la firme convicción de hacer el mejor papel posible de acuerdo con las habilidades, posibilidades y virtudes personales que dependen única y exclusivamente de cada uno de nosotros.

Es cuando entra otro factor importante, el plan; este significa, tal vez, el principio de toda perspectiva de progreso tanto personal como profesional. Dependerá de qué tan consciente y acertado sea el plan para que el progreso del ejercicio profesional sea de acuerdo a lo establecido desde un principio. Este plan, como todos, se trata de estar preparado para los cambios en el proceso, se trata de perder el miedo al fracaso, de prepararse para lo inadvertido y estar completamente consciente que las circunstancias pueden cambiar en cualquier momento, pero no así la meta.

Los grandes pensadores siempre han tenido un ejemplo a seguir, alguien que los inspire y sea parte de la admiración hacia la profesión o al desempeño de la misma. Si tenemos en cuenta a alguien que ha logrado ejercer con pasión, podemos estar seguros que definitivamente se puede no solo hacer un trabajo, sino hacerlo, disfrutarlo y además sentir el placer de hacerlo correctamente. Es donde viene o se encuentra el amor a lo que se hace. Cuando un profesional encuentra la fórmula perfecta en donde se puede desarrollar sin ninguna limitación, se consigue el mejor de los escenarios para demostrar sus habilidades, experiencias y motivaciones; por fin se estará logrando el cumplimiento del compromiso asumido desde un principio. El encontrar pasión en lo que se hace todos los días requiere conocer a fondo la profesión que se estudió, requiere también experiencia que solo se obtiene con el paso del tiempo y sobre todo la plataforma para proyectar todo lo aprendido y poderlo transmitir a otras personas como el objetivo más importante de nuestras vidas.

Existen muchos profesionales que ejercen su profesión, cualquiera que esta sea, sin una pizca de lo antes mencionado. Personas que solo realizan un trabajo mecánicamente pero no encuentran en él un crecimiento de espíritu, ni un engrandecimiento interno al realizarlo. Todos los días podemos observarlos, o sufrirlos como sea el caso; tristemente están en todas partes; pero cuando nos encontramos con esos raros personajes que aman lo que hacen, cualquier cosa que esto sea, cuando de verdad se ve que disfrutan lo que hacen y lo transmiten como lo más importante en sus vidas, ciertamente hacen la diferencia. EL AMOR, LA PASIÓN Y EL COMPROMISO puede ser la formula medular del éxito profesional, pueden ser también la llave para la satisfacción día a día después de una jornada de trabajo, pueden ser la recompensa después de largos años de preparación. Recordemos que de acuerdo a lo que como profesional proyectamos es lo que un día servirá de inspiración para las siguientes generaciones.
¡SEA APASIONADO!


Por: MCI. Martha Silvia Zapién C.