|    Artículo:   Musicoterapia Humanista   |

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13-01-2018
Tal vez no te habías dado cuenta pero la música siempre te ha acompañado. No existe un origen claro del inicio de la música como tal, sin embargo, el ser humano nace con su propio instrumento musical: el cuerpo.

Tanto el uso de la voz con cantos, como los sonidos emitidos cuando partes de nuestro cuerpo hacen contacto nos hacen obviar que el lenguaje y la música son desarrollados de la misma manera. Desde siglos atrás se han inventado instrumentos musicales de los cuales hay rastro, tales como flautas, tambores u otros tipos de percusiones, después con la necesidad humana de seguir creando, la invención de la rueda, las poleas o los engranes se inventaron instrumentos más complejos, el punto es que la música ya estaba ahí.

La música es fundamental para el desarrollo de una persona, tanto como la lectura, la escritura, las matemáticas y las ciencias sociales o políticas. La música nos lleva a desarrollar nuestra memoria, atención, autoestima, coordinación motriz, imaginación, autonomía y creatividad, sin dejar de darle la debida importancia a nuestras emociones.

¿Cómo puede influir la música en nuestras emociones? Existen cinco emociones principales: miedo, amor, tristeza, enojo y alegría.

Vivimos en un mundo en dónde la mayoría del tiempo se nos permite expresar solamente las emociones bellas como el amor y compartirlo cuando estamos felices. Crecemos creyendo que está “mal” que lloremos, que gritemos, que nos frustremos o que tengamos miedo. Esto a pesar de que el miedo es la emoción más primitiva y nos protege de perder nuestra integridad física.

Sin embargo, las emociones van guardándose y haciéndose más grandes. De una u otra manera, las emociones salen, creándonos ansiedad, estrés o enfermedades físicas. Es necesario encontrar un espacio para sacar las emociones de forma congruente y saludable. La música dentro de la terapia humanista nos permite hacer esto.

El modelo de musicoterapia humanista nos abre las puertas para que los sonidos y la música nos dejen sentirnos acompañados con nuestras emociones. No sólo con las emociones luminosas como el amor o la alegría, sino con nuestras emociones que no disfrutamos, como el miedo, el enojo y la tristeza.

La terapia humanista, desde el punto de vista de Carl Rogers, está enfocada en el paciente.
Esto quiere decir que se trabaja desde la necesidad del cliente y no del terapeuta. No se permite
que se manipule o presione al paciente, sino que el proceso se desarrolla al tiempo y con base en
las necesidades de la persona que va en busca del terapeuta.

Es importante mencionar que el terapeuta debe contar con importantes cualidades, tales
como ser congruente, empático y aceptar incondicionalmente a su cliente.

Ahora bien, la musicoterapia humanista cuenta con las mismas bases que la terapia humanista, pero con una herramienta extra: la música. Ésta debe tener las mismas características que el terapeuta (el tipo de música debe empatizar con la emoción que se quiere expresar); por ejemplo, no es igual la música que te invita a bailar a la música que te invita a llorar, los instrumentos, los ritmos, la velocidad, el volumen, los tonos o cualquier característica de la pieza será importante.

Existen dos formas de trabajar con música dentro de la terapia:

-Musicoterapia Receptiva: escuchar música pregrabada (que es la que escuchamos casi
todos) dentro de la terapia ayuda a conectar e identificar sensaciones en el cuerpo que
nos conectan con emociones y nos permite reconocerlas y expresarlas.

-Musicoterapia Activa: se trabaja con instrumentos musicales (incluyendo el uso de la voz),
esta puede ser entre cliente y terapeuta o de manera grupal con la intención de expresar y
reconocer emociones.

Hay que reconocer que cada uno de nosotros como ser humano tiene una historia con la
música o con los sonidos. Desde antes de nacer, los cantos de nuestra madre o música que
escuchaba estaban presentes. Existen ruidos que nos recuerdan a nuestra infancia o el lugar en
donde solíamos vivir. Hay sonidos que marcan la relación con nuestros padres o hermanos. Si
bailamos, si cantamos o si tuvimos contacto con algún instrumento musical, hay razones por las
que es importante para nosotros escuchar algún tipo de música ya sea por género, por época o
algún músico en específico.

Los sonidos siempre han estado en nuestras vidas. Sin embargo, darle una intensión terapéutica o tomar la música con el objetivo de crecer puede volvernos más humanos, cambia las cosas. Escuchar la música sin juzgarnos ni juzgar al otro, aceptar nuestras emociones y expresarlas con congruencia puede llevarnos a una vida más sana.

Existen muchas ramas de la psicología y muchos modelos terapéuticos. Cada persona es diferente y tiene diferentes necesidades, a cada uno le acomoda un tipo de terapia o terapeuta. Sin embargo, como psicoterapeuta de niños, adolescentes y adultos, la Musicoterapia Humanista me ha dado la oportunidad de trabajar con mis pacientes todas las áreas fundamentales en un ser humano: la motricidad, el área emocional, el área social y el área espiritual.

Es importante el equilibrio en esas cuatro áreas, ya que todo está conectado. Decidirse por hacer un proceso terapéutico es un gran paso, y elegir la Musicoterapia Humanista como un camino de crecimiento te hará ver, disfrutar, moverte en la vida y sentir la música de otra manera.

Por: Psic. Adelisa López Guerrero