|    Artículo:   La música como medio de persuasión dentro de la sociedad   |

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13-01-2018
La música es un medio de persuasión, un individuo puede persuadir a otro para modificar su actitud, estado de ánimo o disponibilidad a la socialización, a través de la música. La persuasión de la música se basa en una asociación de ideas en la mente. Por esta razón recordamos fácilmente una canción, porque nuestra mente crea nuevos paradigmas sonoros asociándolos en principio con otro anterior, para sedimentar el actual.

Con la palabra o el lenguaje no sucede el mismo proceso, pues su percepción en la mente no es asociativa en sí. Tal vez, posteriormente el individuo sí que haga unos mecanismos relacionales para fortalecer el aprendizaje, pero estos serán producto de su voluntad y esfuerzo racional.

Antropológicamente podría decirse, según platón: "La música… Este arte contaba ciertamente con la eficacia del razonamiento que domina la inteligencia, pero mayormente con el hechizo ejercido en el alma por el elemento sensible, la música de la lengua. Del éxito oratorio se derivan el honor, la gloria y el poder, que es todo cuanto puede ambicionarse; el fin inmediato del discurso, el sentido en que ha de mover los ánimos es indiferente. La justicia y el pudor de que hablaba Protágoras quedan reducidos al nivel de preocupaciones humanas que el orador debe tener en cuenta para no exponerse a fracasar al contradecir la opinión general de su auditorio".

Ahora bien, basados en un principio contemporáneo, la idea de Weber de la música como hábito social y ámbito de poder, coincide con las bases de su propia teoría política (Weber, 1924), que considera una estructura de poder en tres niveles: el del poder carismático (liderazgo unipersonal familiar o religioso), el poder tradicional (patriarcado, patrimonialismo, feudalismo) y el poder legal (burocracia, gobierno de la moderna república). Esta concepción tridimensional del poder (“Charisma, Traditionund Legalität”, Op. cit. 54), presenta la posibilidad de interpretar que la música actúa en la sociedad en distintas formas de seducción, persuasión o imposición: por principio individualista (carácter de seducción en una serenata; uso de la música como expresión de virilidad), por el ejercicio de un poder interpersonal (persuasión de un grupo social o político a través de la música en una ceremonia religiosa o en una representación lírica; uso laudatorio o propagandístico de una banda de música en una plaza pública); o a través del uso de los símbolos del poder institucionalizado (uso de la banda de música en un desfile militar o en honores a los símbolos patrios en una ceremonia de carácter político).

En suma, el ejercicio del poder asume un amplio conjunto de formas de música, en la vida pública y privada, con una igualmente amplia variedad de modos de uso en los ámbitos individual, tradicional e institucional.

No es casualidad que la población más joven, aquella que inicia sus propios procesos de conformación de identidad, sea la que muestra mayor nivel de compra de material discográfico, o descargas de mp3, porque les es preciso poseer una serie de bienes culturales para formar parte de la comunidad cultural. Ahora, ¿qué es lo que lleva a los individuos a adoptar estas creencias en común? ¿Cuál es la amenaza a la que se ven enfrentados, y que resulta en este "acuerdo" de creencias? Quizás sea la intención de ser alguien en esta sociedad de masas. En un mundo que tiende a la homogeneidad extrema, la música parece ser la última salida donde mostrar una diferencia. Ser original, independiente o rebelde, e ir contra la corriente. Quizás sea buscar una identidad diferente a la de sus padres, o quizás, solo ocupar el tiempo libre, o ahogar el sentimiento de soledad, y encontrar un grupo de personas en el que ampararse ante las exigencias del sistema. El hecho es que una de las actividades que más realizan los adolescentes es escuchar música. La música une a individuos de puntos muy diferentes de la sociedad. La música es a la vez, estilo de vida, vínculo social y fuerza espiritual. Orienta a los jóvenes en su búsqueda de autonomía y les brinda un medio de expresión.

Por lo tanto, la música tiene un aspecto sociológico. Ella es parte de la superestructura cultural, producto de las clases sociales, pero también de los medios de producción. La sociedad genera la música como su producto cultural. A su vez, ese producto modifica a la sociedad misma, porque la agrupa de diferentes maneras, genera grupos de pertenencia, produce alienación, implanta valores, ideales, los difunde, genera modelos e ídolos, inserta nuevos actores sociales, se generan nuevas creencias, todo con la consecuente resignificación de la música, formándose un ciclo de constante re significación. Ya que el enorme poder de la música, como todo, tiene su lado oscuro, nada como canciones de amor tristes para deprimir a una persona. Claro ejemplo de ello personas que han roto recientemente una relación, se apegan "automáticamente" a toda aquella melodía o canción que trate de lo mismo, de rupturas, llantos y lágrimas, de despedidas y de mensajes como "qué voy a hacer sin ti". Esto provoca una acentuación gravísima del estado depresivo de la persona afectada, en muchos casos la música, una simple canción ha sido el detonante de un suicidio.

La música es mensajera de alegrías, o de penas, de esperanzas o de tristezas, quien la escucha será quien tenga el poder de seleccionar lo que desea escuchar, lo importante es "lo que dejamos entrar en nuestra mente".

Por: Lic. Noemi Zepeda Lara