Es muy común que no determinemos
prioridades, el no hacerlo genera que tengamos actividades en ejecución que no
son prioritarias o que pudieran ser parte de una planificación posterior, generando
que las tareas verdaderamente importantes sufran un retraso o que se deban
hacer de último momento y con prisa.
Es necesario que tengamos siempre un plan indicando los momentos y
tiempos que durará cada tarea, es útil que definamos cuanto tiempo se invierte
en cada tarea durante el día.
Estamos inmersos en una
sociedad que cada vez nos exige mejorar el desempeño profesional y, por
consecuencia, generar mejores resultados dentro de las organizaciones en las
que colaboramos, esto ha generado que cada vez las personas vivan con niveles
de estrés laboral más altos.
Preguntémonos si los niveles de estrés eran los mismos en el pasado, es decir, ¿recordamos a nuestros padres viviendo con nivel el estrés que se percibe hoy en día?, la respuesta parece ser generalizada, los niveles de estrés han ido en aumento aparejados con el uso de las tecnológicas y las nuevas formas de comunicarnos (WhatsApp, Facebook, Twitter, etc.).
- Debo llegar a la oficina y revisar pendientes.
- Tengo una cita a determinada hora; que no se me vaya a pasar.
- Hay que enviar el reporte antes de que termine el viernes.
- Aún no llego a la meta, me debo esforzar más, etc…
Analicemos los ejemplos
mencionados:
Debo llegar a la oficina y
revisar pendientes; a menudo comenzamos a pensar en lo que tenemos que hacer en
la oficina o centro de trabajo y aún estamos en la ducha, incluso aún no
salimos y estamos generando una distracción que ocasiona perdernos de los
momentos como lo podría ser el desayuno familiar o la breve convivencia que se
da durante las mañanas.
Vamos manejando y ya revisando
el correo desde nuestros dispositivos móviles, tratando de adelantar algo de
trabajo, nuevamente perdiéndonos de todo lo que sucede a nuestro alrededor,
incluso poniendo en riesgo nuestra seguridad al atender correos mientras
conducimos.
Pensar en las reuniones que
tendremos, la forma en la que las atenderemos, incluso realizar diálogos
interiores donde repetimos posibles respuestas a conversaciones que aún no
suceden, esto es muy común hoy en día.
Anticiparnos a hechos es
también lo de hoy, muchas personas tienen gran cantidad de notas adhesivas “Post-it” pegados en el monitor haciendo
alusión a pendientes que deben ser atendidos en determinado momento, sin
embargo aún no suceden.
Pensar en los compromisos creados
y en los grados de avance, tanto positivos como negativos, genera niveles de
ansiedad o de júbilo, según sea el caso, pero en ambos casos nos distraen
nuevamente de lo que acontece en el momento.
¿Por qué nos pasa esto? La
respuesta parece obvia y al tiempo complicada de entender: “no sabemos vivir el
momento”.
Para verificar esto intentemos
detenernos y observar con atención los segunderos de un reloj y pensar sólo en
el reloj poniendo la debida atención al segundero durante un minuto, logrará
verificar que no podemos poner la atención en algo tan elemental.
Todos tenemos diferentes velocidades de pensamiento y de actuar, sin embargo, hay herramientas útiles que nos ayudarán a atender de mejor manera las tareas.
- Determina prioridades.
- Planifica tus tareas.
- Organiza pendientes.
- Ejecuta de acuerdo con el plan y la forma en que se organizaron.
- Revisa que todo sucede de acuerdo a lo planeado.
Es muy común que no determinemos
prioridades, el no hacerlo genera que tengamos actividades en ejecución que no
son prioritarias o que pudieran ser parte de una planificación posterior,
generando que las tareas verdaderamente importantes sufran un retraso o que se
deban hacer de último momento y con prisa.
Es necesario que tengamos
siempre un plan indicando los momentos y tiempos que durará cada tarea, es útil
que definamos cuanto tiempo se invierte en cada tarea durante el día, esto
permitirá desconectarnos de las cosas que aún no suceden.
Definir quien realizará cada
tarea o quienes serán los colaboradores es parte de la organización y es
necesario para tener clara la ejecución posterior de la misma.
Tratar, en todo momento, que lo
planeado resulte como se había pensado originalmente, considerando que el plan puede
sufrir ajustes.
Al final del día, semana, mes
o año, es necesario revisar si todo sucedió de acuerdo con el plan; no debemos
culparnos por los desvíos, será mucho mejor enderezar el camino, replantear y
volver a empezar un nuevo ciclo.
La importancia de aprender y practicar el vivir los momentos radica, como ya lo hemos observado, en el aprender a estar en los momentos; detengámonos y pensemos en situaciones básicas de la vida, para verificar esto hagamos el siguiente ejercicio:
- ¿Recuerdo el momento en que cerré la casa?
- ¿Recuerdo el momento mientras desayunaba?
- ¿Recuerdo el momento en el que el carro rojo se cruzó en mi camino en uno de mis traslados?
Seguramente no recuerdo porque estaba atendiendo al futuro o al pasado.
La invitación queda abierta, vivamos el momento, no nos pre – ocupemos, ocupémonos.