Como grandes tesoros guardo en mi mente
los recuerdos de los días de gorditas,
en casa de la abuela, en los que
más que imágenes,
se quedaron registrados sonidos,
las carcajadas,
las voces conversando,
el ajetreo de
niños corriendo
y siempre
marcando el ritmo,
el ruido
constante
de la abuela
palmeando la masa
para hacer las
gorditas.