|    El Poema:   Romanticismo   |

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29-04-2016
El periodo del romanticismo abarcó desde los últimos años del siglo XVIII hasta el final de la primera mitad del XIX, y se manifestó en todo movimiento espiritual que incluyó, no tan sólo a la poesía, sino también a la filosofía, literatura en general, música y todas las expresiones artísticas.

“Ningún sistema filosófico es definitivo, porque la vida tampoco es definitiva. Un sistema filosófico soluciona un grupo de problemas históricamente dados y prepara las condiciones para el planteamiento de nuevos sistemas. Así ha sido siempre y siempre lo será”.
Benedetto Croce.

Napoleón ascendió al nivel más alto cuando en 1804 se proclamó el Imperio. Todas las campañas militares para instalar el liberalismo que conmocionaron la estructura política y social de Europa, hicieron naufragar las mínimas esperanzas ilustradas que aún se negaban a morir. Cuando en Francia todavía se sentía las dolencias de la revolución durante la década de 1779-1889, en Alemania se producían los primeros síntomas notables de las modificaciones culturales que llevarían “a una completa superación de la ilustración”. Este movimiento se le conoció con el nombre Sturm und Drang que significa “Tempestad y asalto”, o quizá en una mejor interpretación, “Tempestad e ímpetu”. El nombre provenía de una obra de teatro que fue escrita en 1776 por Friedrich Maximilian Klinger, uno de los representantes del nuevo movimiento. Aparentemente fue Karl Wilhelm von Schlegel (1772-1829), lingüista, crítico literario, filósofo y poeta, quien utilizó el título de la obra a principios del siglo XIX para crear el sentido de esta nueva etapa histórica con los términos: “tempestad de sentimientos”, o “caótico hervor de sentimientos”.

Las ideas y posturas del romanticismo se pueden simplificar en: a) “Se redescubre y se exalta la naturaleza como fuerza omnipotente y creadora de vida. b) El genio, como fuerza originaria, está ligado íntimamente con la naturaleza; crea de una forma análoga a la naturaleza, y por lo tanto no recibe desde fuera sus reglas, sino que es regla él mismo. c) A la concepción deísta de la Divinidad como Intelecto o Razón, suprema, característica de la ilustración, empieza a contraponerse el panteísmo”. No obstante definir el romanticismo es casi imposible: “Alguien ha calculado que se han ofrecido más de 150 definiciones…” En cuanto al adjetivo romántico apareció por primera vez en Inglaterra hacia mediados del siglo XVII, “como término para indicar algo fabuloso, extravagante, fantástico e irreal”. Durante el siguiente siglo redimieron estos términos para convertirlos en escenas y situaciones placenteras. El periodo del romanticismo abarcó desde los últimos años del siglo XVIII hasta el final de la primera mitad del XIX, y se manifestó en todo movimiento espiritual que incluyó, no tan sólo a la poesía, sino también a la filosofía, literatura en general, música y todas las expresiones artísticas. Aunque en cada país presentó peculiaridades diferentes, el rasgo característico y de expresión en sus integrantes fue la exaltación de los valores del sentimiento.

El romanticismo culpó al empirismo y al racionalismo del resultado en los avances de la ciencia. La ingeniería tecnológica con sus revoluciones científicas e industrial atrajeron la atención de los románticos advirtiendo las peores facetas del empirismo y el racionalismo. Hicieron notar que el argumento expresado por lo que suponía el progreso al servicio de la humanidad, en la realidad se tradujo en explotación. Las guerras se convertían cada vez en acontecimientos más destructivos a medida que las armas se perfeccionaban; la esclavitud seguía afinando sus métodos de sometimiento anteponiendo la idea de libertad como extravió de análisis. En las fábricas los empleadores continuaban utilizando a niños y mujeres para aumentar la utilidad de los empresarios al pagar salarios por debajo, incluso, de lo mínimo requerido para subsistir. En síntesis, se dieron cuenta que la filosofía del progreso para alcanzar la felicidad se encontraba ajena a toda intención de fijar sus caminos por esos destinos.

El pauperismo creció cualitativa y cuantitativamente. Fue en este ambiente que, “la filosofía romántica se desarrolló como reacción contra el materialismo, la mecanización de la sociedad y la visión de las personas como piezas de un mecanismo”. Los románticos jerarquizaron por encima de todo, la espiritualidad, el arte y la unicidad de cada individuo. Valoraron la naturaleza guardando la razón y el intelecto con el fin de resarcir los sentimientos. Ya Rousseau había sentenciadoen el siglo XVIII la necesaria “vuelta a la naturaleza”. La reacción del romanticismo contra el universo mecánico de la Ilustración produjo, en síntesis, la consideración a la naturaleza como un yo divino. Ayudó a reforzar los sentimientos de identidad de cada una de las naciones. Varios enfrentamientos por alcanzar la independencia en varios países sucedieron durante las dos o tres primeras décadas del siglo XIX. Como filosofía mantuvo rasgos aristotélicos y neoplatónicos.

Nació el Romanticismo en Alemania contra el dogmatismo del racionalismo.

En sustitución del fanatismo apoyado en tonalidades de fundamentalismo que profesaron a la razón, los nuevos destinos se encaminaron hacia el sentimiento, la imaginación, vivencia y añoranza.

La libertad a expresar lo que sentía cada persona sin la rigidez y estreches del razonamiento, fue el sentido de esta nueva etapa de la humanidad. Quizá Friedrich Schiller (1759-1805) fue quien describió con mayor precisión el movimiento: “La
actividad del artista es como un juego, y que el hombre sólo es libre cuando juega, porque entonces hace sus propias leyes”. 

Compositores como Franz Liszt, Felix Mendelssohn, Federico Chopin, Robert Schumann, Ludwig van Beethoven, Wolfgang Amadeus Mozart, etc. ejemplificaron con sus obras fielmente este importante periodo. El artista se encontraba libre para crear su propia realidad. Las personas volvieron a interesarse por el anochecer, el amanecer, la luna, lo sobrenatural, lo misterioso, etc. El sentimiento regresó con fuerza, aún y cuando no se pudiera razonar en sí mismo. El poeta alemán Georg Friedrich Philipp Freiherr von Hardenberg (Novalis 1772-1801), uno de aquellos jóvenes brillantes dijo que: “El mundo se convierte en sueño, el sueño en mundo”. Y siguiendo a Novalis el inglés Samuel Taylor Coleridge expresó: ¿Y si durmieras? ¿Y si en tu sueño, soñaras? ¿Y si soñaras que ibas al cielo, y allí recogías una extraña y hermosa f lor? ¿Y si cuando despertaras tuvieras la flor en tu mano? ¿Ah, entonces qué?

El romanticismo fue un movimiento urbano en el que la mayoría de los simpatizantes eran jóvenes que rechazaban a la burguesía. Varios estudiantes lo integraban; bueno, es más conveniente decir alumnos ya que no todos eran estudiantes aunque estuvieran matriculados en algún centro académico. Es probable que la postura de los jóvenes de aquellos años de 1800 provocó, “la primera insurrección juvenil de Europa”. Sin muchos ángulos de equivocación se podría colocar como el antecedente de la cultura hippie ya que afirmaba: “La ociosidad es el ideal del genio y la pereza la virtud romántica”.

Lo cierto es que muchos de los jóvenes románticos se suicidaron y algunos otros murieron de tuberculosis por la costumbre de vivir a la intemperie. Los menos que llegaron a la adultez se volvieron burgueses liberales o también conservadores, y olvidaron las pasiones anteriores de una juventud utilizada. Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) en su obra Los sufrimientos del joven Werther, publicada en 1772, el protagonista busca la libertad para realizarse; sin embargo se suicida al no encontrar correspondencia en la mujer que ama. Lo curioso es que una vez publicado el libro aumentaron los suicidios; incluso se prohibió su publicación en Noruega y Dinamarca.

Aunque la obra maestra de este autor fue Fausto, que habla acerca de un estudioso medieval insatisfecho con los frutos del conocimiento y que vende su alma al diablo en busca del placer y la sabiduría terrenales, se sigue considerando a la anterior obra como una joya de la literatura. Por su parte, Victo Hugo escribió El jorobado de Nuestra señora y Los Miserables, entre otras. En la literatura rusa Alexander Pushkin fue la gran figura romántica ya que, entre otras obras, escribió en lengua vernácula, siendo el pionero en incursionar en este estilo narrativo. Sus obras fueron numerosas: Boris Godunov, El habitante de otoño, El cuento del gallo de oro, etc.

Uno de los filósofos más significativos de esta época fue Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling (1775-1854). Intentó eliminar la distinción entre espíritu y materia como lo había hecho Spinoza. Afirmó que: “Toda la naturaleza, tanto las almas de los seres humanos, como la realidad física, son expresiones del único Dios o del espíritu universal”. Explicándolo en un concepto menos abstractos se refirió a que: “La naturaleza es el espíritu visible y el espíritu es la naturaleza invisible”. El espíritu universal se observa en la naturaleza; no obstante el mismo espíritu se ve en la conciencia de la persona. Naturaleza y conciencia humana son expresiones de lo mismo; es decir, “que uno puede buscar el espíritu universal, tanto en la naturaleza como en la mente de uno mismo”. Así, con esa abundante riqueza desplegada. Los cuentos de los hermanos Grimm (Jacob 1785-1863 y Wilhelm 1786-1859) como Blancanieves, La Cenicienta, Barba Azul, Hänsel y Gretel, Rapunzel, La Bella Durmiente, El gato con botas, Juan sin miedo y Pulgarcito, y un etcétera de alrededor de 250 cuentos, no fueron creados para niños, según defensa de los autores ante una crítica extensa por lo cruel de su contenido en ocasiones, y algunos relatos sexuales implícitos.

Por ejemplo en el cuento de Blancanieves, a la malvada madrasta se le obliga a bailar con unas zapatillas de hierro ardiente al rojo vivo hasta morirse. La madre de Hänsel y Gretel abandonó a sus hijos en el bosque. La Cenicienta era una niña infeliz que planea el asesinato de su madrastra y al fin lo logra rompiéndole el cuello. Lo peor para la niña estaba por venir ya que su padre se volvió a
casar con una mujer que tenía seis hijas. En la Bella Durmiente la protagonista es violada cuando se mantenía dormida y nueve meses después da a luz a dos gemelos. Todo se permitía en el romanticismo.

Johann Gottlieb Fichte (1762-1814), precursor del idealismo alemán decía que, “Ser libre significa hacerse libre, y hacerse libre significa alejar de modo incesante los límites que el <no yo> opone al <yo> empírico”.

La actitud romántica se extendió enmarcada por un pobre sistema conceptual, que al mostrar estos límites, se volcó más bien hacia el acompañamiento de un contenido ideal. La obra de arte, así como la poesía y la filosofía, eran manifestación de lo infinito que se plasmaba a través de lo finito. “El Todo se releja de algún modo en el hombre, así como -a la inversa- el hombre se releja en el Todo”.

El romanticismo rescató en la lengua castellana a los grandes autores del Siglo de Oro español como a Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca y, por supuesto, a Cervantes con Don Quijote como el idealista y soñador. Los románticos rechazaban la época que les tocó vivir así como las injusticias del mundo. Criticaban a las instituciones y a los policías ante el despliegue de corrupción e injusticias. Todo era oposición a las normas, poco respeto a los límites de géneros.

Las realidades del mundo sólo se podían captar mediante la emoción, el sentimiento y la intuición. La música partió de esta idea e incluso se agregaron instrumentos a la armonía musical como el saxofón, corno inglés, tuba y el piano. Este último ya se había incorporado a las expresiones musicales, no obstante el romanticismo le permitió a los virtuosos del instrumento y de la composición la mayor expresividad en la historia del piano. Las composiciones aumentaron rompiendo con la rigidez de estructura del barroco.

El sentimiento de insatisfacción se mostró en la exaltación del yo como una constante que, a la vez, se mantuvo en desacuerdo con la realidad en general. Himno de la Alegría de Beethoven es un claro ejemplo de esta postura. Se apostó por lo irracional como protesta ante lo racional; el creador romántico se evadía de la sociedad moderna que la juzga y la crítica. Se interesaron por el rescate de la Edad Media y la creación de otras épocas, así como de todo el mundo oriental. “El hombre romántico es esencialmente inconformista y rebelde, por lo que se compromete en actividades políticas o intenta huir de la realidad que le rodea. Es también un aventurero, pues le gusta viajar y conocer otros mundos. Es igualmente una persona sensible y guiada por la pasión y el amor. Siente atracción por la parte oscura de la vida (los cementerios, la muerte y el misterio).

Muchas expresiones cinematográficas modernas se han inspirado en los temas prevalecientes del romanticismo:
Cumbres Borrascosas de la novela de Emily Bronte, Drácula de Bram Stoker, Frankenstein de Mary Shelley, etc. En lo político lucha contra aquél manejo de las dictaduras absolutas que pertenecen a los sistemas de gobierno del Antiguo Régimen europeo, que propició el establecimiento de lo que se conoce como despotismo ilustrado: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.

La burguesía alentó el romanticismo ya que su esencia se podía encontrar en el liberalismo. Napoleón luchó con ejércitos para imponer el liberalismo en varios países de Europa. La élite burguesa, además de apoyar con todos sus recursos al corso, patrocinó toda la estructura ideológica del romanticismo que al fin rompería estructuralmente ese despotismo ilustrado para abrir los espacios de poder a la clase burguesa. Parte de la estrategia se fincaba en la crítica que los jóvenes realizaban contra la propia burguesía.

La mayoría de éstos jóvenes revolucionarios cuando llegaban a la adultez, como anotamos anteriormente, se volvieron grandes partidarios del sistema liberal acuñado por los burgueses. Se dice que han existido varios movimientos románticos durante la historia de la humanidad. Para muchos el último se inició en la década de los cincuenta del siglo pasado y culminó con el movimiento estudiantil de 1968. Además se asegura que aún no ha concluido.

Por: Arturo Gutiérrez de Alba