|    Artículo:   Clima social escolar   |

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22-03-2016
Análisis respecto al ambiente escolar-familiar como formador de personalidades.
El aula es el corazón de la escuela. Es necesario prestar atención a su buen funcionamiento para lograr un centro educativo que marche adecuadamente. Además de ser limpia, ordenada, equipada y bien iluminada; el aula debe ser también un lugar cómodo y agradable que estimule el aprendizaje del alumno.

Sin embargo, no siempre resulta sencillo lograr esta condición; ya que a menudo el aula es un lugar donde se generan diversas fricciones, ya sean alumno-alumno o entre alumnos y maestros. Seguramente esta es una situación que se presenta en muchas aulas, y probablemente en muchas de ellas pasa desapercibida.

Cuando las fricciones que se presentan entre los miembros de un grupo impiden el buen desarrollo de la clase y dificultan por ende el aprendizaje, es importante estudiar las características de las situaciones que generan dicha fricción. En otras palabras, es necesario establecer las características del clima social escolar de la institución o centro educativo de acuerdo a la experiencia de alumnos y maestros.

Todo ello para conocer los factores que propician las actitudes negativas de los alumnos en el aula y determinar el papel que juega tanto el centro educativo como el profesorado en su comportamiento. En una época en donde la violencia, la corrupción, la discriminación y otros problemas sociales se han vuelto parte de nuestra vida cotidiana; la escuela, más que nunca, debe tomar conciencia de la responsabilidad de ejercer su función como formadora de futuros ciudadanos.

Las doctoras Neva Milicic y Ana María Arón explican claramente en su artículo sobre climas sociales en el contexto escolar, que al considerarse la escuela como un microsistema social, tanto el funcionamiento de las aulas, como sus convenciones sociales, su sistema de justicia y los patrones de funcionamiento, son experiencias que favorecen o inhiben el desarrollo de la responsabilidad social en los estudiantes.

Indican pues que: “Lo que aprendan en este contexto en relación a cómo se resuelven los conflictos, el establecimiento de relaciones de respeto entre pares, estilos de relaciones con personas de diferentes niveles jerárquicos, etc., es lo que los futuros ciudadanos repetirán desde las posiciones que ocupen en la comunidad cuando
sean adultos”.

Es importante hacer una reflexión al respecto y considerar que la sociedad actual es un reflejo de lo que los individuos han aprendido, al menos en gran parte, en la escuela. Tal vez, con el pretexto de que los valores y los principios morales se aprenden en casa, nos hemos olvidado de lo importante que es una formación en valores dentro de la institución educativa.

La indisciplina escolar y la comunicación agresiva entre los alumnos es un fenómeno grave. Sin embargo, es más grave pensar que estos comportamientos sean ajenos al centro educativo; por lo que es indispensable que toda institución haga una autoevaluación de sus propios patrones de funcionamiento.

Por otra parte, de acuerdo a las autoras; la mejora de los comportamientos de los jóvenes está directamente relacionada con las relaciones entre centro, docente y familia. Citan a Brunet (1987), quien considera que los comportamientos individuales y la motivación — junto con la estructura del centro educativo y su procesos— determinan el clima social-escolar; que a su vez incide sobre los resultados de la misma organización.

El centro escolar debe ser un lugar donde los alumnos, además de alcanzar metas académicas, logren su bienestar personal. Para conseguirlo, el clima social de la institución debe basarse en la cooperación a través de modelos de aprendizaje, fomentar con el ejemplo valores elevados, impulsar
las relaciones positivas entre el personal y los estudiantes, así como promover la participación tanto de los padres como de la comunidad.

En este sentido, es importante conocer las características del centro educativo que contribuyen o dificultan la calidad de los comportamientos y del aprendizaje del alumnado: el reglamento escolar, el sistema de reconocimiento, los resultados académicos, la calidad, los tiempos dedicados a la enseñanza, las actividades escolares-extraescolares, la participación de la familia, el liderazgo, y estilo de la gestión directiva.

Para esto es indispensable hacer una evaluación del clima social escolar en donde, tanto la institución como el profesorado, hagamos una reflexión acerca de los aspectos en que cada uno podemos contribuir para el mejoramiento del clima social-escolar y, por consiguiente, de la mejora de los comportamientos de los jóvenes.

Por: Rebeca González Mechado